Garson es uno de mis concursantes favoritos del Nº1. No sólo por su voz, puesta en escena, imagen… Sino porque detrás de esa oscuridad gótica en la que se envuelve hay una cascada de sentimientos y sensibilidad que se notan en su mirada, gestos, trato con el resto de compañeros…
Aunque he de decir que su estética me recuerda muchísimo a la del cantante de Tokyo Hotel, Bill Kaulitz. De hecho, me encantaría que un día saliera con un look parecido con el que desfiló Kaulitz para Dsquared2: mallas con cordones, botas altas, chaqueta con detalles de plumas, flecos, cadenas… ¡Le quedaría de cine!
Es cierto que, por estética, las personas como Garson y Bill se rigen por lo que les gusta, pero, ¿quién no? Y que, mientras muchos piensan que los góticos, oscuros, emos, mezclas de ambas tribus, son puras fotocopias, realmente son mucho más originales que otros. Incluso me atrevería a decir que Garson no es ninguna de esas cosas, no necesita etiquetas a pesar de su estética. Él es Garson, y punto, no hay que decir nada más.
Así que mientras que sí que podríamos jugar al típico juego de ‘encuentra las 7 diferencias’ entre Garson y Bill Kaulitz, nuestro concursante es diferente al cantante de Tokyo Hotel. ¿La razón? Es valiente, no sólo por atreverse a vestir diferente a los demás, ya lo hace Bill Kaulitz y, además, eso a Garson le importa un bledo, ya lo demostró con la canción que eligió en la gala del pasado lunes (Criticar por Criticar de Fangoria); sino porque día a día lucha por ser él mismo, por ser todo un Nº1 y Garson, con solo 3 galas y aunque se vaya, ya lo ha conseguido.
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